miércoles, 1 de octubre de 2008

Eventos

martes, 9 de septiembre de 2008

http://www.radiotrece.com.mx/2008/09/06/se-inauguro-el-bacha-fest/




Se inauguró el “Bacha Fest”



Ciudad de México, 7 de Septiembre.- Conferencias, presentaciones de libros, exposiciones pictóricas y plásticas, conciertos, proyecciones de películas e incluso, pintura en asfalto, son las actividades con las cuales se inauguró el Bacha Fest, festival que tiene como propósito defender el derecho de contar con espacios destinados para las personas que desean fumar.

Con motivo de la implementación de la Ley Antitabaco, el PSD capitalino organizó una serie de eventos que defenderán la libertad y el derecho a fumar, ya que esta defensa de derechos y libertades son los que han construido al PSD” dijo Carmen Parra, Vicepresidenta de ese partido en el Distrito Federal.

Asimismo, el diputado Enrique Pérez Correa, quien inauguró el evento, especificó que este es “más que un festival que defiende el derecho a fumar, es un festival que defiende las libertades y los derechos” aseguró.

Además, David Razú, Presidente de la Fundación Socialdemócrata, aseguró que con este tipo de acciones, “estamos demostrando que el PSD es un partido nuevo, un partido joven, con una visión incluyente porque es un espacio abierto permanentemente a expresiones diversas y respetuosas” puntualizó.

Por su parte, los organizadores aseguraron que este festival forma parte del evento masivo denominado Tabaco Fest, el cual se realizará en el mes de octubre y contará con actividades artísticas y conciertos masivos.

Por Rosalba Amezcua, reportera

6-Septiembre-2008 20:19

martes, 2 de septiembre de 2008

Tabaco´s Fest

Espero que puedan acompañarnos, les evío el programa de las actividades que tendremos los días 5 y 6 de septiembre en Av. Eugenia 1209 Esq. Pitagoras Col. Narvarte.

Entrada libre...no falten!!!

Atte.
Jov.Equidad y Género del Comité PSD-DF.




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lunes, 21 de julio de 2008

Construcción de la identidad juvenil, valores y problemas en la post-modernidad





Los jóvenes son la carne viva de nuestras contradicciones sociales. Son una generación privada de trabajo en una sociedad donde la identidad se define por el trabajo que el individuo tiene. No todos los espacios tienen el mismo peso significativo y la misma relevancia para la construcción de las identidades de los individuos. El trabajo es un espacio de identidad muy importante para la construcción de la personalidad de los sujetos, de los jóvenes en concreto, porque en él realizan la afirmación de sí mismos y la consecución de las metas a las que aspiran o aspiraban.

Cuando las transiciones o el rito de paso a la adultez no se cumple, -la meta de tener trabajo-, la identidad social y personal del individuo entra en crisis y es cuestionada. En las sociedades capitalistas, la transición al trabajo (y su estabilidad) implica la posibilidad de expandir el "yo social" del joven para dotarse, en un segundo momento, de otras ramificaciones identitarias que sólo son posibles si se tiene trabajo. Es decir, el primer espacio de proyección de la identidad juvenil consiste en obtener recursos económicos propios (empleo estable); a continuación, dotarse de un espacio geométrico y simbólico propio (residencia o domicilio), y, en último lugar, de poder reconocerse a sí mismo realizándose sus potencialidades afectivas, emocionales y sexuales a través de una pareja (sea homo o hetero, de orden matrimonial o no). En definitiva, de la primera transición depende la conquista de las subsiguientes, pero matizando que estas transiciones en pos de la construcción de las identidades no se "objetivan" por igual en las diferentes clases sociales ni en los diferentes géneros: las trayectorias de construcción de identidades están fuertemente mediatizadas por la clase social y por el género, de modo que no podemos hablar de una única y abstracta juventud, sino de tantas juventudes como recorridos transicionales posibles.

Quizás los jóvenes de nuestra sociedad postmoderna necesitan, al menos una buena parte de ellos, una dosis de inconsciencia para sobrevivir; quizás por eso algún autor haya mencionado que los jóvenes se ven forzados a vivir en un carnaval perpetuo dadas las dificultades para elaborar los ritos de paso a la adultez que antes concluían con tanta rapidez. Si antes, como alguien dijo, iban en tren y juntos, ahora van en coche (cada uno el suyo) y por separado. El rito de paso prolongado ha posibilitado la construcción de subculturas juveniles, pues ya deja de ser un rito de paso para convertirse en casi una permanencia prolongada. El estancamiento del proyecto de identidad de cada uno reúne a todos, adquiriendo así enorme importancia el grupo de iguales, el grupo como elemento gestor de identidades sustitutivas de aquéllas que no pudieron ser alcanzadas.

Por otra parte, el "capitalismo democrático" es un sistema que puede tutelar celosamente la libertad del individuo. Y éste es uno de sus logros. Pero el punto de vista de la utilidad del sistema lleva a la consideración del individuo como productor, consumidor. El sistema económico precisa de ambas. El individuo, en el marco de la ideología que legitima el sistema, considera el acceso al consumo como un premio a su capacidad de trabajo. Pero el sistema económico necesita del consumo que proporciona un mercado interior, sin el cual no funcionaría. El individuo debe consumir de la misma manera que debe trabajar. De ahí el desarrollo de la publicidad como una exigencia del mercado económico. El exceso de productividad permite consumidores que no son productores; éstos son los jóvenes. Este desfase tendría que ser temporal, un día el joven empieza a producir. Pero ¿qué pasa si la "juventud" no termina nunca?; ¿y si no hubiera puestos de trabajo para todos?; ¿y si entonces el desfase entre el consumidor (para el que ha sido cuidadosamente preparado) y productor (para el que también se le ha preparado, pero que no puede ejercer, lo cual le aumenta la frustración) se hace permanente?. Las dos caras de la moneda, que constituían la identidad social del individuo quedan reducidas a una. Todo esto agudiza la problemática de inserción social con sus consecuencias en la confirmación de la identidad del joven. ¿Podrán llegar a la condición de adultos y adquirir responsabilidades?.

"El presente como tiempo de deseo", es un rasgo que podríamos considerar como "vitalidad inmediatista " (el término hedonismo tiene demasiadas connotaciones derivadas del pasado que para los jóvenes carece de significación). Supone privilegiar el momento presente, -donde el bienestar social y la calidad de vida que poseen no tiene parangón con otras generaciones anteriores y de lo que ellos y ellas mismas son plenamente conscientes-, esto no tiene nada de extraño si tenemos en cuenta que el futuro se presenta sombrío, y el pasado carece de relevancia. Es notable en ellos la ausencia de lo que podemos llamar "una mentalidad genética", es decir preocupada por los orígenes y los antecedentes. En esta afirmación "vitalista" que tiene la lógica social, el presente es lo único que tenemos entre manos, e implica además la rentabilidad del placer en medio de la provisionalidad, del no saber hacia dónde van o hacia dónde podrían ir. Como dirá Martín Serrano(1), los jóvenes se sienten felices al mismo tiempo que intranquilos:

Simplificando lo que enseguida se matizará, la felicidad procede de cómo están; la intranquilidad, de no saber qué pueden hacer.

La vida de las sociedades desarrolladas contemporáneas está dirigida por una nueva estrategia que "desbanca la primacía de las relaciones de producción en beneficio de una apoteosis de las relaciones de seducción". Habría que partir del mundo del consumo, que explicita la amplitud de la estrategia de la seducción. Esto no se reduce a la acumulación de objetos o a la interminable sustitución de los mismos, sino que se extiende a la sobremultiplicación de elecciones personales que la abundancia hace posibles en un universo - el del consumo - aparentemente abierto al deseo del individuo. La publicidad despliega ante los ojos del consumidor la "vida como un espectáculo". Esto explica rasgos culturales aparentemente contradictorios o heterogéneos. La exhibición ostentosa de la propia marginalidad, identificable por la vestimenta o el peinado agresivo, negociando la identidad con la ausencia de la misma socialmente reconocida, y así convertida en espectáculo. La vivencia del presente, tiempo privilegiado, se exacerba cuando se vive como representación de uno mismo. "Ser es convertirse en espectáculo", un permanente " estadio del espejo".
El gran espectáculo es el hecho mismo de ser joven . Por ello en medio de una aguda crisis de identidad (el joven sin perspectiva de trabajo difícilmente podrá responder en nuestra sociedad a la pregunta: ¿quién soy yo?), surge igualmente una aguda autoconciencia juvenil absolutamente lógica, puesto que el mundo adulto no parece disponer de muchos modelos identificatorios para los jóvenes - fuera del de consumidor / productor – y ha erigido el "ser joven" en modelo propio. Es el tópico el de la "juvenilización" de la cultura.

Puede hablarse de los jóvenes como de la "generación probeta", la juventud es un invento social relativamente reciente; lo que parece perfilarse de un modo impreciso es una "sociedad sin padres"; la figura paterna con su ambigüedad protectora/opresora/ indicadora del futuro para el joven, está socialmente desdibujada. ¿Está justificada la sensación de extrañeza que la generación adulta experimenta ante los jóvenes? ¿No se limitan a ofrecer agudizados el perfil de la propia sociedad? ¿Acaso los adultos no somos individualistas, no vivimos volcados hacia el consumo, no nos esforzamos en ser vitalistas en la medida que nuestras fuerzas lo permiten? ¿No hemos hecho de la sociedad también un espectáculo?.

Deberíamos sospechar que lo que nos causa extrañeza son rasgos nuestros de familia. Lo que es sociológicamente normal. Aunque la generaciones tiendan a desconocerse mutuamente, cada sociedad produce sus jóvenes, y, los nuestros, son desconfiados socialmente (desconfianza social), tienen un mayor sentimiento de culpa, prefieren el orden al desorden, mayor tolerancia, eligen alta permisividad en lo social y baja en lo cívico-social, etc.

Martín Serrano, M.